Teatro del Garabato en Alcalá-Meco

Ayer estuvimos en la cárcel, en Alcalá-Meco, representando Mejor mañana. Fue algo impresionante. Toda la gente nos trató de puta madre (hay que decirlo), desde Patricia (la culpable de todo), Alfonso, el CEPA José Hierro y los funcionarios, hasta los internos, que nos ayudaron, y de qué manera.

Y lo mejor y más sorprendente fue el público. ¡Qué forma de entregarse! ¡Qué de verdad eran sus reacciones! Sin imposturas, sin tapujos, parecía que estábamos en un concierto de rock, pero, eso sí, sin propasarse y sin faltarnos al respeto en ningún momento; ni siquiera cuando salían ellas, vitoreadas con silbidos y ovaciones sordas que, en lugar de intimidar, motivaban.

Es curioso, pero un público que no tiene costumbre de ir al teatro debería dar(nos) clases a otros públicos mucho más "expertos", con demasiada facilidad para faltar al respeto a los que se suben al escenario o con demasiado respeto para manifestar sus sensaciones.

El momento más complicado fue cuando salimos de allí y nos despedimos de los internos que nos habían ayudado, con los que habíamos estado casi seis horas con toda normalidad. Y se cerró el portón, y ellos se quedaron dentro. En fin.

Gracias a todos por hacernos vivir esta experiencia.